viernes, 16 de octubre de 2015

Tips de viaje: retenes en Tamaulipas

Desde pequeña recuerdo los retenes en las carreteras de Tamaulipas. No es nuevo, aunque el número ha aumentado y el procedimiento también lleva más tiempo.

Cuando hacíamos el viaje del DF a Matamoros en coche, con mi papá al volante, apenas nos detenían en los retenes. Seguramente la lógica de “es una familia” tenía algún significado para el cuerpo militar. Si acaso le preguntaban a mi papá cuál era nuestro destino final, si no, sólo hacían la señal internacional de “siga avanzando, no se detenga”. Eso era todo, no había más por hacer. Ahora existen diferentes modalidades.

Hay un control militar cerca de Jaumave (rumbo a Ciudad Victoria), dos o tres soldados se paran a la mitad de la diminuta carretera (un carril para cada dirección). Es un puesto construido precariamente. Tal vez sea el único retén que posea la antigua modalidad de sólo preguntar y creer la respuesta. No siempre te detienen de día, pero desde que empieza a anochecer todos deben detenerse y contestar. Una vez pasamos de noche, mi tía y mamá iban adelante en una camioneta. Mi tía, al volante, le dijo al soldado que en el coche de atrás veníamos nosotras: mis primas y yo, para que no nos interrogaran tanto. Cumplieron la petición de una mamá, sólo nos sonrieron y aceleramos.

Control militar pequeño cerca de Jaumave.

Cerca de Tula existe otro retén que me recuerda la seguridad de un aeropuerto. Este siempre lo he cruzado cuando viajo en camión y de madrugada. El camión se detiene, un soldado revisa por fuera y otro (y a veces uno más) sube al área de pasajeros. Prenden las luces, a veces sólo piden credencial e interrogan a algunos sobre su origen y destino, otras piden que todos bajen con credencial en mano para una revisión de equipaje. Seleccionan algunas maletas y las colocan sobre una mesa similar a las del aeropuerto. Si fuiste seleccionado, tú debes abrir tu maleta, enseñar lo que hay dentro y cerrarla, los soldados no usan las manos, sólo los ojos. Si no fuiste seleccionado, sólo debes esperar en la fila. Hay mucha luz gracias a los postes gigantes y no hay pasto, sólo tierra. He sido seleccionada varias veces, nada extraordinario ha pasado, excepto una vez que se me resbaló de las manos la llave del candado de mi maleta. Pensé que los soldados me reprocharían algo pero no, me ayudaron a buscar la diminuta llave sobre la tierra seca.

El retén antes de llegar a Matamoros es el más cinematográfico: con torres no muy altas y soldados vigilando, ametralladoras grandes, postes con luz extra, camiones-tanques a los costados de la carretera y, mi favorito, fogatas gigantes. No hay nada más temeroso que el fuego en la nada oscura. Nunca me ha tocado bajar en este, pero los soldados revisan el camión y suben para ver a los pasajeros con una lámpara, preguntan a algunos, piden credenciales a otros y bajan. 

Es un proceso fugaz. Tal vez parezca algo complicado y terrorífico, pero en el momento, apenas es perceptible. Supongo así son fabricados los retenes, como algo simulado.

Tierra seca, caminos angostos, pero montañas de verdad.
 

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