lunes, 11 de enero de 2016

David Bowie y este mundo en que vivimos/morimos

No podía imaginar el día de su muerte, ¿cómo podría morir alguien como él? Es como la sensación que tienes con tus papás, que nunca se van a morir. Así me pasaba con David Bowie, hasta que un día leí una entrevista con su esposa donde decía que ella está casada con David Jones, no David Bowie. Entonces me quedó claro, también iba a morir un día (en este mundo en que morimos).

Cuando salió la canción The stars (are out tonight), la escuché con mi mamá y me dijo: “su voz ya se escucha de viejito”. Bromeamos sobre sus edades (sólo se llevaban dos años): “es tu contemporáneo”, le dije.

Después, encontré una columna, creo que en el New York Times, que hablaba sobre la desaparición de David Bowie, pues ya tenía rato sin salir de gira y sin nuevo material. Decía que por recomendación del doctor se había quedado a descansar en su casa, sin conciertos y sin cigarros. Imaginé un Bowie recostado y usando sudadera. Pensé en la última semana de vida de mi papá.

Cuando leí ese texto, recordé cuando vino Mike Garson, tecladista de Bowie, a dar un concierto en la Ciudad de México. Le preguntaron si volvería a trabajar con él y contestó que no sabía, que David no es un artista que programe sus discos o que los haga por contrato, los hace cuando siente que los debe hacer, cuando siente que tiene que decir algo.

Estaba en mi último año de la secundaria cuando el Earthling se estrenó. Seguía viendo MTV y por eso recuerdo muy bien los videos de Floria Sigismondi y la gabardina de la bandera británica. Lo había escuchado antes, pero fue en esos años cuando me clavé en su música y me fascinó su maquillaje y ropa, había algo extraño que me hacía sentir parte. Vino por primera vez a México y también fue mi primer concierto. Recuerdo el sentimiento de estar presenciando algo grande, más grande que cualquier otra cosa que conociera.

Años después, me enamoré de alguien que tenía un tatuaje del Major Tom (es éste). Sí, era igual de fan que yo. Sin importar lo demás, compartimos a Bowie. Cuando me fui dos meses de viaje, el último mensaje que me envió fue: Ground Control to Major Tom, you've really made the grade. Now it's time to leave the capsule, if you dare. No había más por escribir.

Cuando trabajé en la publicación de moda, el Victoria and Albert Museum montó la exposición conmemorativa de su carrera. Quería ir a Londres para verla, no lo logré. Pero tomé como pretexto esta muestra para escribir sobre la influencia que tiene en la moda. Un Halloween me maquillé como Ziggy Stardust, no quedó del todo bien, pero igual lo hice. Ya no uso pins en mis chamarras, excepto dos: el de Ziggy y el de Heroes.  

Su música no marcó un periodo particular de mi vida, ni tengo un disco favorito, ni una canción preferida. Él es aparte, Bowie está cuando quiero sentir algo mucho más grande, como la pequeñez que sientes cuando subes una montaña, ves el paisaje y también te sientes parte. Ha estado conmigo poco más de la mitad de mi vida y, aunque su visita en nuestro planeta haya terminado, no veo porque ahora habría de desaparecer. Can you hear us, Major Tom?

You little wonder you

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