Él tenía el turno matutino en la redacción del periódico,
yo el vespertino. Yo iba a clases en la mañana, él en la tarde. Los minutos
después de comer representaban nuestro momento para platicar durante el día
(todo lo demás, nos pasaba en la noche). Fue durante una de esas precipitadas
pláticas, que un día R me preguntó: ¿has visto Into the Wild?
Nunca he sido gran adepta al
cine. Me gusta que me cuenten historias y mi predilección son las historias
escritas, orales o, si acaso, estáticas (como las fotografías). Disfruto las
del cine, pero es más difícil que me sorprendan.
No, no había visto Into the Wild.
Como la buena persona que es, R sólo me contó la premisa: un chico que deja
todas sus posesiones y familia para vivir en la naturaleza. Por supuesto que me
intrigó un poco.
Jaumave, Tamaulipas.
No vi la película hasta años
después. R y yo ya no estábamos juntos, aunque nos frecuentábamos de vez en
cuando. Ver cómo una persona se despojaba de sus pertenencias y lo que parecía
un futuro prometedor en la universidad sin decirle a sus padres causó un gran
impacto en mí. Me conmovió.
Sumergida en una vida que podría
llamar privilegiada, casi sin conocer la negación a un deseo por un objeto, me
sorprendió que una persona pudiera ver lo simple de la naturaleza y sentirse
feliz al saberlo. No me deshice de mis cosas ni me fui a vivir al bosque, pero
sí me di cuenta que no necesito tantas cosas para vivir y empecé a ver la
naturaleza sin esfuerzo.
Miquihuana, Tamaulipas.
En poco tiempo, y después de
varias veces de ser vista, se convirtió en mi película favorita y Alexander Supertramp en una especie de héroe, tal vez hasta modelo a seguir. Me ayudó a salir
del sueño dogmático (así como Hume sacó a Kant) de este modelo socioeconómico o
al menos a no considerar sus laberintos como caminos a la felicidad, ni el
deseo de tener más o hacer más como signo de éxito.
Al investigar sobre la historia
verdadera, encontré que fue un periodista quien recuperó su historia. Por una
pequeña nota sobre Christopher McCandless, Jon Krakauer se preguntó qué
llevaría a un joven a ir al Norte, a vivir en Alaska. Empezó a excavar para
encontrar la respuesta y compartirla. Después de pedir un favor, conseguí el
libro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario